Desde que era pequeña he sentido una curiosidad insaciable por cómo están hechas las cosas. Me pasaba horas mezclando potingues, abriendo aparatos eléctricos para ver qué tenían dentro y, sin querer, desperdicié más de un cosmético de mi madre. Recuerdo la cara de susto de mis padres cada vez que me veían con un destornillador o revolviendo en el baño… pero esa necesidad de explorar y entender nunca desapareció.

Soy esteticista y quiromasajista de profesión, y siempre me ha fascinado la piel: su capacidad para reflejar lo que pasa dentro de nuestro cuerpo, su belleza, su fragilidad… Para mí, la cosmética va mucho más allá de lo estético. Tiene que ver con la salud, con el respeto al cuerpo y con lo que decidimos poner sobre él cada día.

Un día cayó en mis manos un viejo libro sobre cosmética natural casera. Ese momento fue como una chispa. Empecé a investigar, a experimentar con recetas, a elaborar productos para una cooperativa de consumo consciente… y desde ahí, ya no hubo vuelta atrás.

Hoy tengo un canal en YouTube donde comparto mis recetas y experiencias, y he publicado un libro-manual titulado Experimenta y sé feliz, que es justo lo que me habría gustado tener cuando empecé: algo sencillo, claro y práctico, en un mundo donde la información era, en aquel entonces, escasa y confusa.